miércoles, 15 de mayo de 2013



FALACIA "AD HOMINEM"

Hace unos cuantos días, en el programa de La Sexta, El Intermedio, presentado por el Gran Wyoming, escuché que uno de los columnistas habituales del diario El Mundo (creo recordar que era Luis María Ansón, aunque no estoy seguro de ello al cien por cien) escribió un artículo de opinión cuyo objetivo era criticar y desmontar los argumentos de la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Ada Colau.

El columnista de El Mundo esgrimía que Ada Colau no tenía legitimidad para ser la abanderada de la lucha contra los desahucios y las hipotecas abusivas porque no tenía hipoteca. El argumento del periodista era que Ada Colau no podía defender los derechos de las personas y familias afectadas por las salvajes hipotecas ya que ella no estaba pagando una hipoteca, y, por tanto, no sabía qué era aquello y no era la persona adecuada para estar al frente de la PAH y revelarse contra los desahucios y las jugarretas que han llevado a cabo los bancos.

El columnista, para criticar a la activista catalana, no rebate sus argumentos, sino que ataca a Ada Colau, centrándose en una característica (que no tiene hipoteca) para desacreditarla. Por lo tanto, nos encontramos ante una falacia del tipo “ad hominem”, que es “el intento de contrarrestar reclamaciones o conclusiones mediante el ataque a la persona, en lugar de tratar el argumento en sí”.

El lector puede darse cuenta de que el periodista no está dando argumentos, sino que simplemente está expresando su opinión de una manera no razonable. En cambio, a veces, el lector también puede ser presa de la falacia.

Rubén López

lunes, 13 de mayo de 2013

NON-SEQUITUR

Ayer pudimos enterarnos de que el piloto valenciano de Moto GP Héctor Barberá había atendido a los medios de comunicación para defenderse ante las críticas que le tachaban de violento o machista por haber agredido a su novia durante el pasado Gran Premio de Jerez. Recordemos que Barberá fue condenado, en un juicio rápido que se celebró la semana pasada, a 6 meses de prisión, y su novia a 5 meses por unas agresiones mutuas.
Lógicamente, toda persona que intenta lavar su imagen ante la opinión pública debe recurrir a unos argumentos para ello. Pues bien, este piloto profesional se defiende diciendo que “tengo dos hermanas, en la vida se me ocurriría hacer daño a una mujer”. Para empezar, este punto de partida resulta contradictorio con el hecho de que también manifestara “ambas partes aceptamos la resolución del Juzgado de Jerez”, porque si ni siquiera se le ha ocurrido agredir a una mujer, ¿Cómo es que acepta una sanción por agresión?
Ahora vayamos al argumento. La premisa es que tiene dos hermanas. La conclusión es que jamás haría daño a una mujer. Dicho esto… ¿la conclusión deriva de la premisa? Si eso fuera cierto, ningún hombre que tenga alguna hermana habrá hecho daño a una mujer, y lamentablemente, entre los miles de condenados cada año por agredir física o verbalmente a su pareja o ex-pareja  seguro que hay hombres que tienen hermanas. Démosle otra vuelta de tuerca, si tener una hermana es una demostración de que no se puede hacer daño a una mujer, ¿Cómo es que hay varones que sin tener hermanas no agreden  a las personas del sexo opuesto? La respuesta se basa en que hay otras premisas que si van acorde con la conclusión de no ejercer la fuerza contra las mujeres; pero el mero hecho de tener una o dos hermanas no lo es.
Por tanto, podemos afirmar que Héctor Barberá ha cometido una falacia de “no procede” (Non-Sequitur en latín) porque ha empleado un argumento en el que la conclusión no se desprende necesariamente de las premisas.
El enlace a la noticia en el diario ABC es el siguiente:
JORGE CALLEJA

miércoles, 8 de mayo de 2013

Los topos no compartidos del ministro de Interior


“El aborto tiene poco que ver con ETA, bueno tiene algo que ver, pero en fin…” Estas eran las palabras que pronunciaba, ayer, en rueda de prensa el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz. Unas declaraciones que suscitaron, irremediablemente, polémica entre los principales partidos de la oposición, PSOE e IU, y entre aquellos ciudadanos que atónitos ante la radio, el televisor o ante cualquier red digital de noticias, intentaban digerir, sin éxito alguno en la mayoría de los casos, la idea que acababa de emanar de la razón del dirigente popular.

                Las palabras del ministro de Interior tenían como fondo mostrar un rotundo y total apoyo a la reforma que su compañero, el ministro Alberto Ruiz Gallardón, había realizado de la Ley del Aborto. El desmarque por gran parte del PP respecto a la ley anterior elaborada por la anterior ministra, Bibiana Aídos, es uno de los motivos principales por los que las relaciones en busca del consenso para esta nueva ley han quedado entroncadas en un punto de difícil, si no imposible, acercamiento.

                Desde la cúpula de los populares se ha manifestado siempre la intención de rescatar y orientarse en la ley de 1985 y que, en esos momentos, se aprobó dentro de ambas cámaras con el consenso entre los principales partidos. Sin embargo, la oposición afirma que es una ley que ya no se adapta a la evolución que, en estos más de veinticinco años, ha sufrido la ciudadanía española. La erradicación de triviales estereotipos y la superación de algunas barreras hasta entonces infranqueables, tales como la no reprobación de la homosexualidad o la libertad de culto sin crítica alguna, son los principales motivos por los que los valores de un sector significativo de la sociedad española han cambiado, según intentan demostrar, día tras día, los partidos de corte progresista del hemiciclo.

                Así pues, partiendo de esta base, la argumentación del ministro de Interior habría de encaminarse hacia el convencimiento de aquellos partidos y ciudadanos que, en la actualidad, no comparten los mismos valores que imperan en la línea de mando del gobierno. En un principio, emisor y receptor tendrán una serie de valores diferentes, pero sin embargo, el ministro de Interior, en su discurso, no se acerca a los topos de de los receptores, en este caso los ciudadanos y los partidos políticos. Además, tampoco utiliza un contra argumento para potenciar el efecto del anterior argumento, sino que se limita a comparar el aborto con la banda terrorista ETA.

                La inclusión de este grupo armado dentro de la argumentación desconcierta a muchos políticos y ciudadanos, debido a que en el sistema de valores de estos no es equiparable el asesinato de un ser humano a la perdida voluntaria o, en algunos casos, forzosa de un cigoto o feto. En cambio, para el ministro y la mayoría de los líderes populares sí que lo es.

                El resultado de la argumentación, como se ha adelantado en los primeros párrafos y se ha podido deducir en los siguientes, no ha sido exitoso en la mayoría de los receptores. Una argumentación donde no se comparten los topos con el receptor y no se usa ningún contra argumento para intentar, al menos, cambiar la visión de los receptores está destinada al fracaso, y éste es uno de esos ejemplos.
 
ANTONIO PARDO.