lunes, 4 de marzo de 2013



Europa al revés
LLUÍS BASSETS
No es Europa lo que nos falta. Tenemos Europa. Mucha. Nunca habíamos tenido tanta en nuestra historia. Pensamos como europeos, sobre todo fuera de Europa, y nuestras identidades regionales o nacionales no niegan la identidad europea, ni se niegan entre ellas, sino que se refuerzan. Europa es un éxito descomunal, insólito en nuestra historia violenta. La idea de que nunca más habrá guerra entre nosotros está anclada profundamente en nuestras sociedades. También es un éxito económico, a pesar de las amarguras de esta crisis, sobre todo para los países mediterráneos. Pero es un éxito porque hay que fijar bien el punto comparativo de partida, que no es la burbuja de falsa prosperidad de finales de los noventa y principios del siglo XXI, sino el campo de ruinas y muerte de donde salió el proyecto europeo.
Los valores compartidos por los europeos, la paz y la libertad, la democracia y el Estado de derecho, la igualdad y la solidaridad, los derechos humanos y la tolerancia, han creado el espacio para la república europea. Es un espacio donde se penaliza a los fanáticos y a los ideólogos que enfrentan a pueblos y países unos contra otros. No hay nación europea alguna, vieja o nueva, ninguno de los 27 Estados que puedan vivir y crecer sin el consentimiento de sus ciudadanos. Y no hay integración europea que pueda hacerse a espaldas de los ciudadanos, es decir, sin su consentimiento.
No hay que echar a nadie de esa Europa en construcción. Necesitamos a los británicos. Su tradición parlamentaria, su pragmatismo, su coraje militar. Más Europa no es una Europa sin Reino Unido. Más Europa no es una Europa alemana o sometida al diktat de los alemanes. Más Europa es una Alemania plenamente europea en la que nadie provoque o humille a los otros socios.
Así habló hace muy escasos días un político alemán, el presidente de la República, Joachim Gauck. Su discurso pronunciado en Berlín el 22 de febrero, a un año de su elección, es la otra cara de la mala luna europea, la respuesta a los silencios y a la sequedad europeístas de la canciller Angela Merkel. El presidente casi no tiene poder, excepto el poder formidable de la palabra.
No todo lo que dijo Gauck, predicador de profesión, halagó los oídos de su audiencia. También habló de la crisis de confianza, los desequilibrios entre quienes dan y quienes reciben o entre derechos y deberes, el hastío ante la burocracia y la regulación o el sentimiento de que Europa se construye a espaldas de la gente y sin escuchar su voz. Y tuvo la osadía de decir, en alemán, que el inglés deberá ser la lengua europea para el espacio público compartido en un continente donde todos deberemos hablar al menos dos lenguas. Ideas discutibles y para la discusión europea, pero profundamente comprometidas con Europa. Si queremos más y mejor Europa, necesitamos más Gaucks.


Lluís Bassets es director adjunto del diario El País. Escribe dos columnas semanales, una de ellas los domingos, y, casi siempre, versan sobre cuestiones internacionales. En esta columna, el periodista defiende Europa y el europeísmo. Pone el acento en los valores europeos y en la necesidad de construir una Europa “sin echar a nadie”, una Europa edificada sobre los cimientos de la ciudadanía que puebla el viejo continente. Un sentimiento recogido, según Bassets, a las mil maravillas en el discurso del presidente de la República de Alemania, Joachim Gauck.
Una vez explicado el tema del que trata la columna del periodista barcelonés, vayamos con algunas de las presuposiciones que pueden extraerse de la opinión. De la primera frase del texto “No es Europa lo que nos falta. Tenemos Europa. Mucha. Nunca habíamos tenido tanta en nuestra historia”, presuponemos que la Europa de hoy es más Europa que la Europa de hace dos o veinte años, que la integración europea está en su mayor exponente histórico. “Nuestras identidades regionales o nacionales no niegan la identidad europea, ni se niegan entre ellas, sino que se refuerzan”. De aquí entendemos que la identidad europea no socava la identidad nacional, es decir, que por ser más español no se es menos europeo, ni que tampoco son identidades excluyentes ya que se conjugan entre ellas. Del resto del párrafo, “Europa es un éxito descomunal, insólito en nuestra historia violenta. La idea de que nunca más habrá guerra entre nosotros está anclada profundamente en nuestras sociedades. También es un éxito económico, a pesar de las amarguras de esta crisis, sobre todo para los países mediterráneos. Pero es un éxito porque hay que fijar bien el punto comparativo de partida, que no es la burbuja de falsa prosperidad de finales de los noventa y principios del siglo XXI, sino el campo de ruinas y muerte de donde salió el proyecto europeo”, presuponemos que 1- la historia de los países europeos fue violenta, 2- la integración europea puso a los años de guerra entre los países europeos, 3- aunque estamos en una crisis desgarradora, Europa significó un éxito económico, en especial para los países del sur europeo, 4- gracias a Europa nuestra historia ha estado teñida de paz y éxito económico, 5- Europa es un éxito si utilizamos como punto de comparación el origen del proyecto europeo.
Del extracto del segundo párrafo: “(Europa) es un espacio donde se penaliza a los fanáticos y a los ideólogos que enfrentan a pueblos y países unos contra otros. No hay nación europea alguna, vieja o nueva, ninguno de los 27 Estados que puedan vivir y crecer sin el consentimiento de sus ciudadanos. Y no hay integración europea que pueda hacerse a espaldas de los ciudadanos, es decir, sin su consentimiento”, se presupone que en Europa hay fanáticos e ideólogos cuyo objetivo es enfrentar a pueblos y países unos con otros, pero que son castigados. Además, suponemos que el crecimiento y la integración europeos deben hacerse desde el consentimiento de sus ciudadanos. Esta afirmación de Bassets puede ser entendida como una crítica a la política de austeridad impuesta desde Bruselas y que no ha sido refrendada por el voto.
Cuando el periodista catalán dice en el tercer párrafo: “No hay que echar a nadie de esa Europa en construcción. Necesitamos a los británicos. Su tradición parlamentaria, su pragmatismo, su coraje militar. Más Europa no es una Europa sin Reino Unido”, se presupone que 1- todos los países europeos deben estar en la construcción de Europa, 2- Gran Bretaña es un país de tradición parlamentaria, pragmatismo y coraje militar, 3- necesitamos para la construcción europea estas características británicas, 4- una Europa sin Reino Unido será menos Europa. De la afirmación, “Más Europa es una Alemania plenamente europea en la que nadie provoque o humille a los otros socios”, presuponemos que una Alemania en la que se provoque o humille a los otros socios nos conduce a menos Europa. Además, entendemos según lo expuesto por Bassets, que en Alemania existen quienes provocan o humillan a los otros socios europeos.
En el último párrafo, Lluís Bassets escribe, sobre las palabras del presidente de la República alemana, Joachim Gauck: “Y tuvo la osadía de decir, en alemán, que el inglés deberá ser la lengua europea para el espacio público compartido en un continente donde todos deberemos hablar al menos dos lenguas. Ideas discutibles y para la discusión europea, pero profundamente comprometidas con Europa. Si queremos más y mejor Europa, necesitamos más Gaucks”. En primer lugar, se presupone que el inglés deberá ser la lengua europea y que en Europa todos deberemos hablar por lo menos dos lenguas, una de ellas el inglés. Además, se entiende que Joachim Gauck es el prototipo de político y ciudadano necesario para la construcción europea.

Escrito por: RUBÉN LÓPEZ

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